Una de las delicias de cualquier observador de aves es encontrar aves raras, por lo que ver un ave que sólo se ha registrado dos veces antes en el estado es un evento para recordar y fue algo que pudimos vivir los observadores de aves que residimos en la ciudad de La Paz en 2012.
A inicios de ese año un extranjero realizó un registro inusual, varios individuos de Espátula rosada (Platalea ajaja), sin embargo, pocos fueron los que se enteraron de ello, así que pasó desapercibido, pese a que parece que las aves siguieron en la ensenada de La Paz durante todo ese tiempo hasta que el 29 de marzo alguien nos dijo que había visto un ave rosa volando cerca del manglar llamado El Conchalito. Inmediatamente fuimos a buscarlo, pero no logramos encontrar nada, ¿habría sido una Espátula rosada? ¿Ya se habría ido? La frustración era grande, antes de ese año sólo se había visto un individuo en la ensenada de La Paz y otro en Bahía Magdalena.
Los días siguieron pasando sin mayor novedad y yo seguí pajareando por mera diversión, hasta que un día, en semana santa, mientras visitaba las lagunas de oxidación de La Paz me acordé del registro aquel y decidí ir a buscar, sólo por si acaso, las escurridizas Espátulas rosadas. Todavía no había llegado al manglar del Zacatal cuando veo pasar un ave grande y rosada, así que corrí y no encontré una, sino tres, fue uno de los momentos más felices de mi vida como observador de aves.
A partir de ese momento, buscando en el hábitat adecuado las vi más seguido, un total de 15 veces más, hasta el 8 de julio, después ya no pude encontrarlas. Ya para ese entonces éramos varios observadores los que pudimos deleitarnos con esas aves tan coloridas, al menos tres adultos y tres juveniles. Todavía hay quien alza su mirada con la esperanza de volver a encontrarlas (y me cuento entre esos).
Grupo de Espátulas rosadas juveniles en las lagunas de oxidación de La Paz, el último día que las observé.
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